Las suspensiones del Almera 2.2 Di 16V son suaves para favorecer el confort, tanto la versión Luxury como la Sport. Su estabilidad es buena, pero la carrocería puede tener un balanceo acusado y las suspensiones rebotan más de la cuenta al pasar sobre varios cambios de firme seguidos. Las reacciones son equilibradas y permiten rodar rápido, pero ni siquiera la versión Sport transmite sensaciones «deportivas».
Tiene unas reacciones parecidas al Golf o al León TDi: sobre una ondulación en la carretera, la suspensión se comprime y —luego— la amortiguación no retiene adecuadamente la extensión. En carreteras con curvas, al ir rápido, hay mucho balanceo de la carrocería y un cierto subviraje. Los neumáticos que tenía nuestra unidad de pruebas(Bridgestone Potenza RE88) rechinan con facilidad. La dirección, en cambio, es muy precisa y está bien asistida.
Eso sí, sus reacciones son muy progresivas en todo momento, e incluso en circunstancias adversas no sobrevira. La frenada es eficaz y el funcionamiento del antibloqueo de frenos (de serie en el Sport y Luxury) no admite crítica; también tiene un tacto de frenada fácil de dosificar.
El confort es bueno en general. A favor tiene unas suspensiones que filtran los baches con eficacia; en contra ruidos aerodinámicos (sólo a elevada velocidad) y la sonoridad del motor. El cambio tiene un accionamiento suave, rápido y preciso, algo de agradecer en un coche que obliga a jugar con la palanca frecuentemente.