El Astra Elegance 1.8 16v no destaca por nada, ni bueno ni malo. Puede decirse que pasa desapercibido para el conductor, con todo lo de bueno pueda significar eso para alguien que quiera utilizar el coche como una herramienta. Te traslada con comodidad, eficacia, y a personas no muy altas o corpulentas permite llegar al destino descansado. Sin un placer especial y sin un desagrado especial. Uno se baja del Astra después de conducir 300 km de un tirón como se baja de un tren confortable después de recorrer esa distancia. Con la ventaja de estar en la puerta de casa y no en la estación.
Entre lo mejor de este coche está la estabilidad, que permite aprovechar siempre las cualidades del motor. Una buena a respuesta al movimiento de volante y acelerador lo hacen satisfactorio también en carretera virada. No sobresale por potencia, si bien los 125 CV de su motor son agradables de utilizar y mueven el coche con agilidad.
Lo peor del Astra es la habitabilidad. Por dentro es uno de los coches más pequeños de la categoría (en anchura, altura y espacio longitudinal). Es más corto que la mayoría de sus rivales de cinco puertas (sólo lo es más el Peugeot 306), pero esa diferencia de tamaño no justifica la estrechez para los hombros ni la falta de altura. Sorprendentemente, la falta de espacio no afecta al maletero, que se sitúa entre los mayores de su categoría. Y digo sorprendentemente porque su distancia entre ejes (2,6 metros) sí es de las mayores, lo que suele beneficiar al espacio para los pasajeros y perjudicar el tamaño del maletero.