El Astra no tiene regulación del apoyo lumbar, craso error. En distancias largas un apoyo lumbar a medida no tiene precio. Pero además, los laterales de la banqueta son demasiado flexibles y los muslos no encuentran apoyo sólido en las curvas. El resultado es una sujeción lateral escasa, que obliga a recolocarse en el asiento con demasiada frecuencia.
Por lo demás, todo en el interior es agradable. Buen volante (con ajuste vertical y longitudinal) y buena postura para el conductor, con asiento regulable en altura; los mandos quedan bien situados y el aspecto general es sólido.
El espacio para los ocupantes no es de lo mejor en esta categoría. En los asientos delanteros, especialmente con techo eléctrico como en la unidad que probamos, las personas con altura a partir de 1,90 metros se acomodan con calzador. Delante también es lo suficientemente estrecho para que, si se da cierta combinación en la posición de los asientos, la pierna del pasajero moleste al cambiar de macha. Detrás hay algo más de espacio para las piernas que en competidores como Xsara, Focus o Mégane, pero falta altura y -sobre todo- anchura.
Esa falta de espacio afecta también a los lugares para dejar objetos que resulta cómodo tener a mano, como llaves y sobre todo monedas. No hay un sitio adecuado donde colocar las monedas para pagar un peaje, por ejemplo.
En cambio sí resulta cómodo que las cuatro ventanillas de accionamiento eléctrico (opcionales las posteriores) sean de un solo toque para bajar. Eso no es habitual ni en esta categoría ni otras de mayor precio.