Tiene un motor de 3,2 litros de cilindrada de seis cilindros en disposición bóxer. Da 280 CV a 6.200 rpm.
Desde el punto de vista de la respuesta, es un motor sobresaliente porque tiene todo lo que se puede pedir a un motor atmosférico. Los menos positivo es el consumo (que puede ser muy elevado cuando se apuran las posibilidades del motor) y —para quien le guste un motor silencioso y discreto— el sonido. El sonido llega claramente al interior, sobre todo en las fases de aceleración, ya sea rodando despacio o muy rápido. Es grave a bajo régimen y agudo (algo estrepitoso) a un régimen alto.
Aunque la potencia máxima está a 6.200 rpm, no corta la inyección hasta 7.100 rpm. Es hasta este punto donde hay que llegar para obtener la máxima aceleración. Sus prestaciones son muy buenas para su potencia. Supera con claridad a coches como el Nissan 350 Z (280 CV) o el Mercedes SLK 350 con el cambio 7-Tronic (272 CV). Hasta 120 km/h la diferencia de aceleración entre un un Boxster (239 CV) y un Boxster S (280 CV) están entono a un 9 por ciento
El Boxster S también admite perfectamente un tipo de conducción tranquila: se puede engranar las marchas más largas a poco más de 1.000 rpm y pisar a fondo, que el motor responde con sorprendente energía y sin vibraciones.
En parte le pasa como a otros coches de altas prestaciones, puede haber una diferencia muy grande entre el consumo mínimo y el máximo.
Gasta en torno a 9,0 l/100 km conduciendo a velocidad sostenida y a una media de 105 km/h. Consumió 12,3 l/100 km a una media de 140 km/h por autopista y carretera de doble sentido con frecuentes cambios de ritmo. El consumo máximo que he medido ha sido de 27,0 l/100 km, por carreteras lentas de montaña en un recorrido representativo y apurando sistemáticamente las posibilidades del motor. Porsche recomienda utilizar gasolina de octano 98, que es la que hemos utilizado durante la prueba.
En las mediciones de consumo realizadas las indicaciones del ordenador de viaje han sido entre 0,3 y 0,7 l/100 km menos que el consumo real.