Que un motor de 241 CV ofrezca una enérgica respuesta es algo que cualquiera espera. Pero que lo haga de la manera que lo hace en el Golf R32 es sorprendente. Su motor de seis cilindros en V estrecha (15°) con 3,2 litros de cilindrada, cuatro válvulas por cilindro y distribución variable continua me ha parecido muy bueno. Me ha gustado, sobre todo, por su impresionante respuesta, elasticidad y agrado de conducción desde bajas vueltas. Este motor es el mismo que llevan el Volkswagen Phaeton y el Touareg (aunque con menos potencia, 220 CV).
Se puede acelerar en sexta marcha desde menos de 1.000 rpm y sentir una capacidad de recuperación que recuerdo en pocos coches con motor atmosférico. Me ha parecido al nivel de coches como el Porsche 911 Carrera (320 CV) o el BMW M3 (343 CV). Que el R32 sea tan rápido en recuperaciones como el M3 hace aún más evidente el extraordinario funcionamiento de su motor.
Desarrolla un par de 320 Nm entre 2.800 y 3.200 rpm, es decir, es el coche de su categoría con mayor par máximo a menor régimen. También es uno de los motores atmosféricos con mayor par específico (100,34 Nm/litro).
Su buena capacidad de recuperación está también favorecida por unos desarrollos de transmisión muy bien elegidos. Tiene un cambio de seis marchas que permite aprovechar a la perfección el funcionamiento del motor. En cualquier marcha, a cualquier régimen, sólo hace falta acelerar para ganar velocidad rápidamente. En condiciones normales nos movemos entre 2.000 y 5.000 rpm con una facilidad extraordinaria. Sube con mucha energía hasta la zona roja del cuentavueltas (6.500 rpm) y alcanza su máximo régimen a 6.800 rpm, punto en el cual se produce un corte de inyección muy suave, simplemente deja de subir de vueltas (de manera similar a como lo hacen los motores Diesel).
Las sensación que transmite al volante es de coche con poderío. El motor tiene un respuesta muy directa respecto al movimiento del acelerador, sólo hay que pisarlo un poco para experimentar un empujón contundente. Sin embargo, las aceleraciones pueden no parecer tan brillantes como cabe esperar en un coche de su tamaño con 241 CV, de hecho, en nuestras mediciones ha sido algo más lento que el Opel Astra Coupé Turbo (192 CV).
Esto se debe a su elevado peso (1.477 kg) y a que el Astra es un coche extraordinariamente rápido. El Golf R32 pesa 265 kg más que un Golf GTi 1.8T 180 CV y tiene una relación peso potencia (6,12 kg/CV) algo por encima de coches similares como el Alfa 147 GTA (5,74 kg/CV), el Ford Focus RS 200 (5,95 kg/CV) o el Honda Civic Type-R (6,02 kg/CV). Por el contrario, su velocidad máxima (247 km/h) sí hace justicia a su potencia.
Lo que también me ha parecido impresionante es cómo suena el motor del R32. Hasta 2.800 rpm, aproximadamente, tiene un sonido muy grave, imponente, de coche muy «gordo». Y a partir de dicho régimen se afina y deja paso a un precioso bramido de V6 que, orquestado por las dos salidas de escape traseras, suena a «música celestial». Para regusto de los más «quemados» se puede apreciar como petardea ligeramente en retención, como lo hacen algunos coches de carreras.
Atendiendo a los consumos homologados, el R32 es uno de los que más gasta frente a sus rivales. En conducción suave por carretera y ciudad hemos medido un consumo de 11,5 litros/100 km (idéntico al consumo medio homologado), ha subido hasta 13,2 l/100 km en las mismas condiciones, pero a un ritmo más dinámico, y ha llegado 20,3 l/100 km en conducción a fondo por carreteras rápidas y de montaña.