Para el R32, Volkswagen ha puesto a punto una suspensión en la que predomina la estabilidad sobre el confort. Su reglaje es muy firme, pero sus amortiguadores tienen una capacidad de absorción ejemplar y permiten rodar con un aplomo extraordinario incluso por carreteras bacheadas, sin rebotes ni saltos, a pesar de la dureza de la suspensión y del perfil muy bajo de los neumáticos (225/40 R18 88 Y).
Las sensaciones que se perciben al volante son muy deportivas, deja sentir el agarre de los neumáticos con facilidad. Al girar la dirección, se puede apreciar su nivel de adherencia y cómo sigue fielmente la trayectoria marcada por el volante. Apenas hay movimientos de carrocería y el balanceo es casi inapreciable. Se mete en las curvas con rapidez y permite realizar una conducción muy precisa. Va muy sujeto de atrás, no resulta nada fácil que sobrevire.
Hay que rodar muy fuerte para que el R32 pierda el límite de adherencia y comience a deslizar. Llegado a ese extremo, el control de estabilidad (ESP) que lleva de serie actúa con eficacia en sobreviraje y en menor medida en subviraje.
El control de estabilidad se puede desconectar mediante un botón de fácil accionamiento, pero no he encontrado la necesidad de hacerlo en ningún caso. Como el R32 tiene un agarre tan elevado, el ESP apenas tiene que trabajar, lo cual permite ir prácticamente al límite de la estabilidad con la seguridad de llevarlo conectado.
Su tracción total «4Motion», conectable de forma automática mediante embrague Haldex, permite transmitir toda la potencia del motor al suelo de forma ejemplar. Incluso en las curvas muy cerradas, abordadas en marchas cortas (1ª ó 2ª), podemos acelerar a fondo y el R32 sale disparado siguiendo la línea marcada por la dirección. El funcionamiento del Haldex me parece tan suave como eficaz y la sensación que transmite al volante es la de llevar un sistema de tracción total permanente por la elevada motricidad que consigue.
Sobre superficies muy deslizantes y si el control de estabilidad está desconectado, como tierra o nieve, da cierta sensación de ser un tracción trasera con dos ruedas delanteras motrices adicionales.
Por sus características, el R32 no es un coche cómodo, pero tampoco me ha parecido insufrible. La excelente capacidad de absorción de sus amortiguadores evita que en el interior se perciban golpes muy duros o secos al pasar encima de un bache pronunciado o al rodar en carreteras bacheadas. Por otro lado, la insonorización del interior está muy bien resuelta y filtra en su justa medida el precioso sonido de su motor.
En líneas generales, una de las cosas que más me ha gustado del Golf R32 es que resulta muy fácil de conducir y transmite una sensación de seguridad y control excepcional.